lunes, mayo 01, 2006

Las campanas

A las seis de la tarde
entra al living
el tañido de las campanas
del Santa Isabel. En conjunto
sonidos graves y alegres. Aunque
de una alegría ciertamente obispal.


Dejemos a los obispos.
Prefiero pensar que Quasimodo
esta’ de buen humor.

Estrategia de seducción

El poema se sustrae.
No da ventajas.


Calla como un muro
se cierra en un punto.
se hace el muerto.


Ensayo una estrategia.
Dispongo las manos
como si cargara una gran
bolsa pesada y le pregunto


¿Dónde pongo toda esta belleza?

Y el poema abre un ojo.

Loco, loco, loco

La luna que rodaba por
Callao, dobló por Corrientes
hasta 9 de julio.


Allí el obelisco
era un cohete en la luna.

Como obtener una foto de un murcielago surcando la luna

Tomar un viejo paraguas negro,
retorcerlo, desvencijarlo, aplastarlo
contra el piso, quitar el mango.


Elegir una noche de luna llena.
Salir al jardín con el paraguas roto
y una cámara fotográfica.


Arrojar el paraguas al aire directo
a la luna y tomar una fotografía.


Hacerle creer a todos que la foto
es de un murciélago surcando la luna.

La polilla

La polilla da saltos
en el techo
rebota en su sombra.


Se oculta
en el ventilador apagado.

Cree que es su madre.

Toilette

Observamos que el cuadro
es todo de madera.


De igual marrón en los
marcos.


Una figura plana –sin
rasgos- de un hombre
a la altura de los ojos.


Un picaporte dorado
a la altura de las manos.

Es asi

El poema sabe de sobra
quien lo escribe,
conoce sus arrebatos, sus manías,
la frente sostenida por la mano
que soporta el codo; los ojos en
nada.


Al poema poco le importa
el ser abstraído, inclinado sobre
el papel, que duda y se pregunta
una vez más si no estará bajando
el tobogán por el lado de la escalera.